Buzos trabajando en la limpieza del sifón de Colón
La Rioja

Javier Campos

 

La limpieza para la mejora del sifón entre las estaciones se salda con la retirada de 450 metros cúbicos de residuos como toallitas, compresas y trapos.

Una limpieza a fondo… y en el fondo; en profundidad… y en las profundidades. Ni una más ni una cualquiera, en definitiva, como tampoco lo ha sido el sitio donde se ha llevado a cabo. Quienes hayan frecuentado el eje Colón-Bécquer entre marzo y abril habrán podido ver qué algo sucedía en el subsuelo.

Justo ahí, donde se ubica la cúpula entre las estaciones de trenes y de autobuses, las idas y las venidas de profesionales con distintos uniformes y equipamientos alrededor de las arquetas de saneamiento llamaron la curiosidad de no pocos hasta que este mes de mayo, todo vuelve a estar despejado. Se trata del sifón que salva el cajón ferroviario en la zona, el gran sifón invertido compuesto por hasta tres cámaras y que, como parte de unas próximas obras de mejora (previstas para junio), ha requerido una limpieza previa que se ha saldado con sorpresa: con un volumen total de residuos retirados de alrededor de 450 metros cúbicos (fangos y fibras no disueltas)… casi una piscina como la cubierta de Las Gaunas. Sorpresa y… problema, pues las toallitas, compresas, pañales, bastoncillos y otros elementos de higiene menos biodegradables de lo que se piensa, junto a trapos y otros tejidos, acarrean graves complicaciones y no es la primera vez que se pone de manifiesto. Y aquí, sin que en la superficie fuésemos conscientes, había mucha más cantidad de la esperada.

Se da la circunstancia de que el sifón en cuestión, ejecutado prácticamente en su totalidad entre 2010 y 2013 durante las obras del soterramiento, requiere unas actuaciones que estaban pendientes para culminarlo según lo proyectado. Un sifón de aguas pluviales, aunque durante los primeros cinco años funcionó con aporte de aguas fecales, y de ahí que haya sido necesaria tal limpieza.

«Era imprescindible para ejecutar la separación de la cámara intermedia en dos senos, ya que entró en carga a petición municipal antes de su finalización. El objeto de compartimentar y duplicar las ramas inferiores del sifón  es precisamente facilitar las labores de mantenimiento», explica Mari Cruz Gutiérrez, directora técnica de LIF 2002.

Una primera inspección fue suficiente para conocer la magnitud de la tarea. Y para comprender que no iba a ser nada sencillo. Un exceso de ‘materiales blandos’ en las conducciones y canalizaciones hasta casi colmatarlas en algunos de los casos. «No veas qué de trapos… Llegué a pensar si aquí había más sábanas que en las camas de Logroño», bromea Iñaki Beldarrain, quien, al frente de la empresa Beldarrain Asesoramientos Marítimos (BAM), da cuenta de lo realizado –y precisa que es un problema frecuente y en todas nuestras ciudades–.

Iñaki Beldarrain -Asesoramientos Marítimos- «No veas qué de trapos… Llegué a pensar si aquí había más sábanas que en las camas de Logroño»

«Somos una empresa de operaciones especiales, y esta lo ha sido», explica tras desencallar un barco. Iñaki, no en vano, es todo un experto de trabajos en agua y en los días del ‘Prestige’ fue director nacional de lucha contra la contaminación. La operación no ha tenido nada que ver, pero también ha tenido lo suyo… «Los buzos no podían entrar al ser aguas fecales, por lo que hubo que tirar de bombas, que no dieron resultado, pasar a un sistema de dragados ‘venturi’, y terminar usando pala, legón y carretilla para ‘diluirlo’ todo dentro de la propia red».

La realidad es que se estimó que, por su procedencia, estos materiales podían disolverse mediante la incorporación de agua a presión al sifón. Sin embargo, la previsión inicial de material acumulado, sobre todo de toallitas, se quedó corta… «Uno de los tubos de 1,2 metros de diámetro se encontraba casi colmatado y en los conductos los depósitos alcanzaban los 1,5 metros de altura».
Uno de los operarios accede al fondo de una de las cámaras